Albert Einstein decía que no podemos resolver nuestros conflictos con el mismo pensamiento que usamos cuando los creamos, y en esta época convulsionada, en que muchos de los problemas que se abaten sobre nuestro mundo –y en especial sobre las poblaciones más vulnerables– parecerían no tener solución, sus palabras adquieren otra dimensión… Pues bien, para esto existe el Proyecto Naranja que tiene la finalidad de invertir en nuevas capacidades, en atraer el talento y la creatividad de las personas y nutrirlo.
La creatividad es el motor de innovación que puede contribuir a la diversificación como herramienta necesaria para contar con una economía competitiva a nivel mundial basada en el conocimiento. Una de estas áreas de desarrollo es la denominada Economía Naranja, cuyos pilares fundamentales son la creatividad y el talento, que generan bienes y servicios de alto valor económico, empleos e impacto social, transformando sectores como el hotelero –con Airbnb– o el del transporte –con Uber– y compitiendo a la par contra mercados como el automovilístico o el de la minería.
Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque, autores de " La economía naranja, una oportunidad infinita", explican que el naranja, un pigmento utilizado en el antiguo Egipto para adornar las tumbas de los faraones, es el color dominante de la cultura, la creatividad y la identidad.
La economía creativa o economía naranja, incluye todos los sectores cuyos bienes y servicios se basan en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanía, cine , diseño , publicación, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda , música, publicidad, software, televisión y radio y videojuegos . Así es como lo definió John Hawkins, un pionero en el tema, al comienzo del nuevo milenio.
Uno de los sectores transversales de todos los que componen la Economía Naranja es el emprendimiento. Hemos visto surgir en la región cada vez con más fuerza una nueva generación de emprendedores talentosos que le han dado a la creatividad un valor central en sus actividades productivas y comerciales. Ellos han redefinido sus funciones y desafiado los mitos que rodean a la creatividad como fenómeno, construyendo equipos multidisciplinarios que conjugan habilidades innovadoras atípicas.
De acuerdo al libro “La Economía Naranja, una oportunidad infinita”, escrito por Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez, y editado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se puede hacer una distinción entre bienes creativos (artes visuales y performativas, artesanías; audiovisual, diseño, nuevos medios, etc.) y servicios creativos (arquitectura, cultura y recreación, investigación y desarrollo, publicidad, etc). Las exportaciones de ambos alcanzaron en 2011 los 646 mil millones de dólares; pero los servicios crecieron un 70% más rápido que los bienes ya que, cada vez más, estas transacciones se hacen por Internet.
El comercio creativo es menos volátil que el de los commodities o materias primas. Prueba de ello es que soportó mejor la crisis financiera global que sectores como el petrolero. Mientras que las ventas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) registraron una caída del 40% en 2009, las exportaciones de bienes y servicios creativos apenas se contrajeron un 12%.
Medida en billones de dólares, si la Economía Naranja fuera un país, sería la cuarta economía mundial detrás de Estados Unidos, China y Japón; el noveno mayor exportador; y la cuarta fuerza laboral con 144 millones de trabajadores.
La Economía Naranja como eje de desarrollo.
Ahora que la tendencia en el comercio creativo se inclina en favor de los servicios, la delantera la tomarán las naciones con una estrategia digital intensiva en “mentefacturas” y que hagan de la Economía Naranja uno de sus principales ejes de desarrollo para la creación de empleos y riqueza. “Mentefacturas” como el arte, el diseño, los videojuegos, las películas y las artesanías llevan consigo un valor simbólico intangible que supera a su valor de uso.
Otra opción es convencer al talento de los 107 millones de jóvenes (entre 14 y 24 años, que viven en Latinoamérica y el Caribe) por la adopción temprana de modelos de negocio basados en las “mentefacturas” (base de una Revolución Naranja) y construir un imperio basado en esta creatividad.
El acceso (virtual o físico) es clave, al igual que el contacto entre audiencias, contenidos, creativos, emprendedores y tecnología. Acceso y contacto son los catalizadores fundamentales para generar la innovación que se deriva de la fertilización cruzada de ideas, usos, interpretaciones, costumbres.
Actualmente la cultura en su conjunto es tratada por la sociedad como un bien público, esta situación le hace mucho daño a los artistas y a los creativos, pues les niega al menos dos derechos fundamentales: el reconocimiento de su actividad como un trabajo legítimo y una remuneración adecuada. Al mismo tiempo, le niega a la sociedad el progreso que artistas, creativos y toda su cadena de valor pueden aportarle.
El intercambio cultural y los procesos económicos que transforman los contenidos simbólicos en bienes y servicios para la sociedad están en constante evolución. Hoy por hoy, la naturaleza del consumo de contenidos es de nicho. Se necesita adoptar un Mercado Interamericano de Contenidos Originales (MICO).
En el desarrollo de la Economía Naranja es posible cerrar las brechas sociales y a acercar a las personas más humildes con las más privilegiadas alrededor de un propósito común. Y existen muchas personas que tienen la motivación para emplear las herramientas de la Economía Naranja en la integración social.
El proceso es ...
La adopción de tecnologías por parte de la sociedad consta de cinco etapas:
- Innovación, en la que solo el 3% del mercado utiliza el producto o servicio
- Adopción temprana, que aumenta al 13%
- La mayoría temprana, en la que asciende a 36%
- La mayoría tardía, donde suma otro 36%, y finalmente
- La etapa de rezago en la que se llega a un 16%.
Dentro de ese total, 107 millones son jóvenes de entre 14 y 24 años a quienes Buitrago desafía para que desarrollen en la etapa de adopción temprana modelos de negocios basados en las “mentefacturas”, bienes y servicios que como el arte, el diseño, los videojuegos, las películas y las artesanías, llevan consigo un valor simbólico intangible que supera a su valor de uso. Y el lugar que plantea la Economía Naranja para que habiten estos jóvenes son las “kreatópolis”, ciudades creativas donde se integran ideas, contenidos, comunidades, bienes y servicios creativos alrededor de un proyecto común de desarrollo social y económicamente sostenible, donde las “mentefacturas” son más importantes que las manufacturas en la creación de empleos y riqueza.
En las kreatópolis se organizan clusters creativos que pueden ser un edificio, un barrio o cualquier espacio geográfico relativamente pequeño que contiene una concentración de negocios basados en la Economía Naranja. Estos negocios interactúan unos con otros de manera coopetitiva (cooperar para hacer crecer el pastel, competir para dividirlo), permitiendo que sus recursos se sumen para optimizar su capacidad de crear bienes y servicios.
Información Extra
Para conocer mejor este proyecto, estará acontinuación un enlace al libro editado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID):
Y para conocer mejor la perpectiva que hay en nuestro país, se encuentra el siguiente enlace:
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